Hasta Uruguay...

Montevideo desde un edificio altísimo...


Con olor a orilla

Una de las cosas que más rápidamente impresionan de Montevideo es el aroma tan particular de esa capital. Uruguay es un país que está apartado de todo, y Montevideo provoca una extraña sensación: junto al Mar de la Plata y al cobijo de sus aguas color marrón, la ciudad —con sus grandes y numerosos edificios, con su barrios tranquilos y pequeños, con su gente taciturna— se aferra a la civilización y al progreso, y por otro lado ofrece un rumor de vejez en voz baja. La humedad ha entrado hasta los huesos de los que la habitan, y sus ropas, sus autos, sus calles y sus tiendas confirman que la ciudad ha estado como “guardada” en un cajón, y sólo se abre para los que jalan la manija.

Los barsitos

En la ciudad hay bares como en un naufragio lleno de salvavidas: al caer la noche se puede ir nadando de uno a otro sin tener que patalear demasiado. Como maderos flotando, los lugares se van pasando la estafeta del horario, y cuando uno está llegando a su fin, otro está abriendo en ese momento, y nunca una noche fue más salvadora de la soledad y la quietud. En todos la gente se encuentra con gente.

Se puede ir a la Ciudad Vieja y entrar a los sofisticados ambientes creados para los más exigentes habitantes de la ciudad. O se puede ir a los bares del Mercado del Puerto, donde los adornos del interior indican que por mucho tiempo ha sido ocupado por marineros que llegan, beben y se van, y el tradicional asado acompaña sus tragos. O se puede ir a Malvín y visitar el bar Michigan, eterno punto de encuentro del barrio más unido de Montevideo. O se puede adentrar en el mundo conceptual del Bar Sur, en la Rambla, y donde el mejor espectáculo consiste en comprobar que el Mar de la Plata insiste en ser de color marrón, aun en la noche.

Las playas

Uruguay está situado en la esquina que se hace entre el Río y el Mar de la Plata. Visto en un mapa, tiene a la izquierda el Río, por el cual se llega a Buenos Aires, y a la derecha la costa, que seguida hacia el norte se puede encontrar con Brasil. Esa parte de costa se llama Rocha, una entidad hecha a lo largo de las playas, con pueblitos animados, otros tranquilos, y otros definitivamente entregados al vaivén de la parranda.

En la modalidad de los animados, La Pedrera es uno de los lugares más impresionantes, en lo que a paisaje espectacular se refiere. Todo el pueblo está sobre una meseta, y la playa queda abajo, en un acantilado irregular y lleno de piedras. Los surfers colorean las altísimas olas, la arena alberga a paseantes inmiscuidos en admirar la tierra tan plana, y los restaurantes del pueblo dan de comer a inquietos grupos de adolescentes de todo el mundo.

En cambio Aguas Dulces es un pueblo tranquilo, edificado a lo largo de la playa por “ranchos”, que son casitas pequeñas construidas de manera sencilla y de una sola planta. Los ranchos albergan a familias montevideanas que pasan sus vacaciones, y la gente no se preocupa mucho por las comodidades que ofrece la ciudad: los baños, las cocinas y las recámaras están equipados con lo más elemental. Este lugar es ideal para recuperar el amor y el temor a la naturaleza, y para pensar sin molestas distracciones.

Por último, Cabo Polonio es el sitio que se tiene que visitar si son muchas las ganas de echar relajo en serio. Cabo Polonio es comercialmente importante, así que un faro marca el paso del tiempo con su clave particular: luz cada cinco segundos. Como su nombre lo indica, está en la punta de una península, y por esto los amaneceres y atardeceres se aprecian con violenta belleza. Los bares, restaurantes y terrazas de Cabo Polonio son decorados excéntricamente, para ubicar bien a los que los visitan: están en el lugar correcto, si lo que se quiere es olvidar.

La comida

Por su pasado europeo, y por la ausencia de folklor e indigenismo, la comida es básicamente italiana. Las pizzas son —por mucho— más deliciosas que en su lugar de origen. Los uruguayos han vestido a la comida con la mezcla que resultó de su cultura, y el resultado son pastas con sabor desbordante, ensaladas jugosas y carnes gruesas y blandas con guarniciones de exóticos preparados: camote cocido, papa frita en pedazos grandes, chorizo y tocino de sabor suave y nada grasoso. La “fainá” es un preparado de harina y sal, que acostumbran coronar con pimienta; la forma es como de hot cake, la cortan en cuadros y la sirven caliente. El tradicional asado es un platillo soberbio; con carne de res, los uruguayos han adornado este manjar con salsa de jitomate, lo sirven caliente y lo acompañan de tocino y ensalada. La cerveza —que la venden en botellas de un litro— es excelente: clara, suave, ligera y un poco amarga, ideal para acompañar cualquier comida; los vinos de mesa, que son deliciosos, vienen empacados en simpáticos botes de cartón; el rosado y el tinto son obligados a la hora de comer en casa.

Pero el mate es definitivamente “la costumbre”. Todos los habitantes de Montevideo lo toman, y son quisquillosos cuando lo preparan; cualquier hora es perfecta para ingerir el caliente y amargo sabor del mate. Es casi su única religión.


*Publicado el viernes 22 de mayo de 1998, en el suplemento Tentaciones, del Periódico Siglo 21. Hace ya rato, ¿no?


Nicole tomándose su mate.
Te extrañamos por el Norte, Bruja del Sur...


Inés tomándome una foto con su "máquina para hacer fotos".
El diálogo con que se hizo famosa: ¡Sos una heladera!


El baño de Nicole.
Me acuerdo del lápiz labial azul, del esmalte azul, de la brillantina azul...



Aquí, el recuerdo de la Galería Clave 13, acá en GDL:
Tomás, yo, Carla, Norman, Leslie y Juan.



Saludos, chamacas uruguayas: las extraño un montón.
Les dedico este recuerdito, de la visita que les hice hace once años.

*Besos y Colores*

Comentarios

diana barragan ha dicho que…
tssssssssssssssssssss no manches!!!!!!!! que chido!!!!!!!!!!, fue como vivirlo otra vez, me recordaste un monton de cosas que ya se me habian olvidado, que buen trip que fue!!!!!
Anónimo ha dicho que…
qué lindo regalo recuerdo amiga! siempre todos juntos otra vez siempre

besos

nico
Anónimo ha dicho que…
Verito! Me emocionó mucho leer esta crónica. Qué mirada tan luminosa. Todo tu recorrido, y estas fotos increíbles (recordé todo, de pronto todo estaba ahí presente, todo está tan vivo) nos recupera juntos. Ojalá pronto nos veamos. Un abrazo bien fuerte.

Inés.
Seudonimo... ha dicho que…
te faltó PUNTA DEL DIABLO
lo dice alguien que vivió en la calle de Guaná, en Cordón

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