Domingo, del otro lado

Conozcan a Z, a la izquierda y con pelo chino.
Este mocoso de verde es uno de sus hijos; creo que esta diseccionando algún insecto.

Todos los domingos llevamos a cabo nuestra rutina del desayuno calmado, tareas domésticas y comida con Doña Tere. Pero hoy no. Hoy nos levantó el diálogo indiscreto de mi vecina nueva (se le fue el sueño desde las 5 de la mañana, despertó a su novio y se pusieron a recordar anécdotas de drogadictos: qué mal para ser su primer fin de semana en el edificio), luego nos arreglamos muy temprano, después nos subimos al carro y nos fuimos al aeropuerto. Israel se fué, y terminé en un Starbucks de Chapalita, surcando el internet y haciendo tiempo.

Y mientras estoy investigando sobre cómo tener una página de internet que no me cueste ni un centavo, que llega Z con sus hijos y esposo al café. Z es una ex-compañera de la prepa; era de las más lindas muchachas inscritas en la escuela, y su belleza era más notoria cuando estaba junto a su hermana, L, un año más grande que ella y mucho más seria. Z siempre estaba vestida a la moda, siempre estaba bien maquillada, siempre tenía una larga fila de pretendientes a los que no les importaba su personalidad hueca y su risa fingida –"carita mata babosita"—. Alguna vez me tocó platicar con ella en un cumpleaños de L, y mientras la escuchaba, la imaginé en 20 años: exitosa, delgada, guapísima.

Pero ahora Z está sentada a 5 metros de mi sillón, y no es nada de eso: está gorda, se viste horrible, sus hijos son un esmadre, su esposo está pelón, y su mirada sigue viendo hacia la nada, trasluciendo su aun hueca personalidad.

Ella es una de tantas ex-compañeras que me he encontrado en los últimos 5 años, y sucede algo bien chistoso —y bien chido—: yo las reconozco pero ellas no. Y no sé porqué, si me veo igualita. En cambio ellas han quedado desgastadas y secas, supongo que por embarazos repetidos, preocupaciones, esposos indiferentes, y todas esas cosas que forman parte de lo que yo llamo "El Plan A".

"El Plan B", según yo, es viajar, no casarse si no es con el amor de mi vida (claro, Israel), no tener hijos hasta el próximo año (si todo sale bien), tener un montón de trabajos y hacer un chingo de ejercicio. Hoy ver a Z me provocó un gusto enorme por ser como soy y como he sido. Estoy del otro lado, me cai.

V.