¡Ay, mi espalda!

Cuando no la estoy cargando o arrullando, Regina se queda jugando en su sillita saltona.


Hace cinco meses nació Regina. La pura felicidad, sobra decir: sus gracias, su mirada, sus balbuceos, su aprendizaje, su cuerpecito —rosita—, su forma de amarnos a mí y a su padre. Pura felicidad, les digo. No tiene fin. Y claro, ya que sus necesidades alimentarias e higiénicas son atendidas, lo único que queremos es jugar con ella y disfrutar cada minuto de ella.


Como está muy chiquita, cuando tiene sueño necesita una ayudita para poder dormirse. Entonces la cargo y la meneo al ritmo de un somnífero "sshh-sshh-sshh..." y como por acto de magia queda profundamente dormida. Este constante ejercicio me ha ayudado a ir volviendo a mi forma corporal, pero también me ha traído un dolor cada día más insoportable en la espalda: cuando este dolor llega a su punto más crítico, siento una aguda punzada seguida por un adormecimiento en el lomo que hace que me retuerza y me queje...


He leído que hay que ir desprendiéndose de la bebé para que ella aprenda a quedarse dormida sin ayuda, pero se me hace dificilísimo dejarla llorar, y a pesar de que ya sé que me va a doler, ahí voy de nuevo a cargarla, y ahí viene el dolor, despuesito. Y al repetir esta conducta también estoy postergando que Regina aprenda a conseguir quedarse dormida por sí misma.


Esto se llama círculo vicioso. Y no es más que el reflejo de mi dificultad para soltar. Dejar ir, poco a poco. ¿Qué voy a hacer cuando no sea el conciliar el sueño sino algo más complejo? Por ejemplo, dejarla en una guardería, o en el kínder, o en la primaria, o en la secundaria, o en la prepa, o en las vacaciones con sus amigas... ¡Qué terror! ¿Cómo saber cuándo hay que dejar que tome sus decisiones? ¿Qué voy a hacer cuando tenga su primera muestra de rebeldía? ¿Qué debo hacer cuando me salga con que no le gusta la ropa que le compramos? ¿Qué voy a hacer cuando salga como yo? Puede que tenga muy claro cómo no repetir los errores de mi madre o de mi hermana, o de otras madres, pero ¿cómo evitar cometer los que voy a cometer?


Sólo de pensar y elucubrar ya comienzo a sentir las manos sudorosas; siento terror al suponer que de todos maneras la voy a regar en algo...


¡Ay, mi espalda!

Comentarios

ac ha dicho que…
Siempre el gran problema de las mujeres de adelantarse ;) echar a volar la imaginación con el "y si...": qué voy a hacer? qué pasará? cómo lo voy a manejar? Me parece que tus terrores son bien infundados, teniendo en cuenta que todavía recordamos lo que fue nuestra infancia, y con todo lo que vemos de los hijos de nuestros conocidos. Sin embargo, citaré a una mujer que me enseñó mucho al respecto de 'frases y dichos aplicados': "ya cruzaremos el puente cuando lleguemos a él". Así que no te agobies, disfruta lo que tienes ahora (que una vez ido, no volverá) y como ya sabes cuál es uno de tus problemas (el "soltar") trabaja en ello. Es más fácil arreglarlo cuando sabes que está ahí. Ánimo y felicidades por tu valentía de ser madre ;)
Liloo ha dicho que…
y si te pones uno de esos cintos que se ponen los cargadores?? a lo mejor te ayuda a la espalda, los venden en las tiendas de deportes

Entradas populares