Viaje a Mi Luna
Feliz año y la chingada. Ya vine, pues: andaba tomándomelo con muuuucha calma (el tiempo, la vida), y ni me acordaba que tenía un blok. Pero bueno, y volví, más afilada que el año anterior, y sin ganas de hacer propósitos de año nuevo. Porque si ahí anda uno queriendo cambiar algo de la rutina personal, pos lo cambia ya, sin esperar a que sea fin de año. Por ejemplo: si quiero hacer ejercicio nomás me levanto más temprano y le pego unos 20 minutos a la bici, cada tercer día, y ya. En todo caso, debería comenzar a cocinar más seguido, eso sí se me antoja mucho. Según esto que tengo buen sazón, sabe.
¡Ya es el 2009! No-ma-mar, qué rápido y la chingada. Lo que sí me gusta es marcar el exacto momento en que deja de ser el 31 de diciembre y pasa a ser el 1 de enero; ahí sí me gusta hacer dengue. Aunque personal pero dengue. Este 1 de enero pasamos por ese instante (con todo y ese segundo retrasado que traía el 2009, según el noticiero matutino) asomándonos por una lente que mira las estrellas y los planetas: estuvo de lujo. La escena fue enmarcada por el Malecón de Chapala, que nos albergó con aire frío y neblina poco densa. La Luna estaba transitando por el cuarto creciente; en el arco iluminado pudimos ver la cara cacariza de mi Luna, y una que otra estrella lejana. El sonido estuvo a cargo de la música punchis y la balada romántica (al mismo tiempo, cosa de locos) que salía de los bares cercanos. La cena: cocas y doritos —picosos, los del toro: somos adictos—. Nunca se me olvidará esa noche.
Oigan, pos otro año ya se fue y la chingada. Pero no lo lamento, más bien: está bien chido ver cómo van pasando los años, y yo sigo de buenas. O sea, digo de buenas como queriendo dar a entender que me siento muy, pero muy joven. Pero así, exageradamente joven, tipo diecinueve. ¡Ajá! Neta, bien de buenas. Por mí, que se sigan yendo, los cabrones años.
Les dejo mi primer cómic.
¡Ya es el 2009! No-ma-mar, qué rápido y la chingada. Lo que sí me gusta es marcar el exacto momento en que deja de ser el 31 de diciembre y pasa a ser el 1 de enero; ahí sí me gusta hacer dengue. Aunque personal pero dengue. Este 1 de enero pasamos por ese instante (con todo y ese segundo retrasado que traía el 2009, según el noticiero matutino) asomándonos por una lente que mira las estrellas y los planetas: estuvo de lujo. La escena fue enmarcada por el Malecón de Chapala, que nos albergó con aire frío y neblina poco densa. La Luna estaba transitando por el cuarto creciente; en el arco iluminado pudimos ver la cara cacariza de mi Luna, y una que otra estrella lejana. El sonido estuvo a cargo de la música punchis y la balada romántica (al mismo tiempo, cosa de locos) que salía de los bares cercanos. La cena: cocas y doritos —picosos, los del toro: somos adictos—. Nunca se me olvidará esa noche.
Oigan, pos otro año ya se fue y la chingada. Pero no lo lamento, más bien: está bien chido ver cómo van pasando los años, y yo sigo de buenas. O sea, digo de buenas como queriendo dar a entender que me siento muy, pero muy joven. Pero así, exageradamente joven, tipo diecinueve. ¡Ajá! Neta, bien de buenas. Por mí, que se sigan yendo, los cabrones años.
Les dejo mi primer cómic.
Comentarios