Cuide su tono, por favor

Llego a mi oficina, estaciono el carro a media cuadra (otros carros ya ocupan la acera del negocio), apago el motor, me bajo, cierro la puerta, camino... Y una señora me grita desde la banqueta "¿te vas a tardar mucho?, porque tu carro me estorba", y luego dice "le voy a ponchar las llantas a tu carro". Me regreso al carro, abro la puerta, meto la llave, enciendo el motor, muevo el carro y busco otro lugar, mientras la sangre me comienza a hervir. Encuentro otro lugar a una cuadra, me estaciono, apago el motor, me bajo, cierro la puerta, y me dirijo con la susodicha vecina; tal vez quiera disculparse por ser tan majadera, por conducirse tan estúpidamente amenazante.

Le digo bien encabronada pero con toda la calma de la que puedo echar mano "la calle la podemos usar todos, no es como si me estacionara en su cochera", y me dice "no, tu carro me molesta". Yo digo "buenos días, hasta luego", cuando en realidad quiero decir "mira, hija de tu chingada madre, tú me vuelves a decir esas pendejadas de que le ponchas las llantas a mi carcacha, y yo vengo y te rompo tu madre y todos los vidrios de tu pinche, fea y hedionda casa".

Pero no, le digo "buenos días, hasta luego" por no pasarme ese límite de civilidad, esa barrera invisible y densa que me enseñó mi mamá nunca atravesar. Y la vecina bien que lo sabe: sabe que no la voy a desgreñar, no le voy a sacar un ojo, no le voy a prender fuego a su sala... Pero sí me dice "le voy a ponchar las llantas a tu carro", aunque no lo vaya a hacer, nomás para marcar su territorio, para que nos quede bien claro que en esos metros cuadrados ella es la reina-dueña, ella tiene todo el poder: "en este espacio de la banqueta se hace lo que a mí me da la gana, ¿cómo ven?". Nunca entendí mejor eso de "poder de corto alcance".

Cómo odio las buenas maneras. Y las odio porque no me dieron a escoger; no me dijeron "mira, puedes vivir en esta ciudad, y aquí hay que ser muy correctos y educados, lo más hipócrita que puedas; pero está esta otra ciudad, y aquí puedes hacer lo que sientas, no hay pedo".

Si a las majaderías tengo que responder con una amplia sonrisa, y además tengo que disculparme, mejor de plano cántenme el tiro y díganme "orita nos vamos a dar unos madrazos y el que gane tiene la razón".

Pero si esperan que yo siga las reglas de convivencia educada y considerada, cuide su tono, por favor.

V.

Comentarios

José Israel Carranza ha dicho que…
Esa señora repugnante y detestable no es casualidad: es el punto más alto (o más bajo, como se quiera ver) de la cadena evolutiva cuya prosperidad se explica por las deficiencias más alarmantes (y que a nadie alarman) de la educación en México. Bien podría llevar, esa doña, la bandera en la escolta: es una mexicana absolutamente ejemplar. Tapatía, para más señas.
Por eso no es posible sino reaccionar con sorna cada que escuchamos o vemos algún llamado a la solidaridad, a la civilidad, al respeto y a demás patrañas. Que se pudra con su puerca banqueta: al fin que más allá de ella no va a pasar.
Lady Mondegreen ha dicho que…
Israel lo ha dicho muy bien.

Qué más hacer, soltarles un "me parece perfecto"

que quiere decir "me vale purisísima madre, hija de la chingada"

Entradas populares